El diario de Ojeda en la JMJ

He esperado más de un día para escribir mi última crónica. En estas pocas horas, el sentimiento que me recorre el cuerpo es muy parecido al de esa nostalgia que tanto nos faltó tras la pasada Semana Santa.

Son innumerables los recuerdos que me traigo de Madrid. Primero, los momentos con las personas que he ido; las carreras de Perea por las calles madrileñas las cuales parecía que se conocía al dedillo desde su infancia; los sofocones de Quico Abuín con los “perro flautas” y su pasotismo con la muchacha del Tom Tom; las carcajadas y coñas del Cañadas con historias reproducibles en esta crónica; la profesionalidad de Adrián Selma; el enorme ratito en la cervecería de cinco botellines por tres euros… momentos que se quedarán para siempre en aquel grupo de cofrades que fuimos, y que allí nos encontramos.

Por lo demás, poco a poco me estoy dando cuenta de la dimensión de la película que he vivido. ‘Madrugá’ de traslado por un centro de Madrid cofradierísimo, ambientes no agradables como la lucha entre las dos Españas con la policía de por medio, y un servidor junto con Selma, metidos en todo el conflicto sintiendo lo que nuestros abuelos padecieron cuando eran niños.

Puedo seguir, y quedarme con las estampas de Alcalá y los pasos subiendo por ella, los bares de la zona flipando con el consumo de los cofrades y pidiendo a gritos a Gallardón algo de esto todos los años. Me quedo con la gente en las aceras mirando las imágenes y no el andar costalero; me quedo con una voluntaria del Perú que me pidió una estampa del Señor; me quedo con la gente preguntándote de dnde era ese paso y encontrándose con mi respuesta orgullosa… ”de Jerez señora, de Jerez”.

Me quedo con el esfuerzo de las todas las cofradías que han venido desde quince sitios diferentes y que me han dado la oportunidad pese a mis criticas, de poder ver lo que jamás en mi puñetera vida podría vivir en Semana Santa. Me quedo con el orgullo de ver en las calles a gente de Jerez que por culpa de esta página se picaron, cogieron el coche y llegaron a Madrid a lo justo. Me quedo con un correo de Jesús Rodríguez desde Amberes dándonos las gracias por acercarles el acontecimiento. Me quedo… con chavales que conocían nuestra página y que eran de Camas, Granada y Madrid, quines se nos acercaron para pedirnos la famosa pulsera que tanto los hermanos de la Candelaria como los niños de la Sentencia, lucieron con orgullo por todo el recorrido.

Mil gracias.

Permítanme que me quede con la narración que hice para esta web de algo histórico, que ya forma parte del recuerdo y del patrimonio de la fonoteca jerezana de nuestras cofradías. Y me quedo con ese ratito en el que me me perdí detrás del palio de Regla y me acordé de Pepe Antonio, Lete, y Nono Merino, los que tanto hubieran disfrutado de todo aquello.

Y podría seguir contando cosas, buenas y malas, pero prefiero quedarme con el regusto de su mezcla con sabor a nostalgia, como si una gran Semana Santa hubiera terminado triunfalmente.

Ya pasó todo y forma parte de la historia del recuerdo. Allí estuve y estuvimos, en calidad de cofrades y periodistas, para vivir ‘in situ’ sin ningún género de dudas, algo tan histórico como único, algo que será prácticamente imposible que pueda volver a repetirse por lo menos en los años que nos queden por aquí abajo, tiempo suficiente creo yo… para contar a nuestros hijos y nietos una y otra vez, cómo Madrid por dos días, tuvo Carrera Oficial y pasos en la calle de Alcalá

Fuente: Cofrademania.com

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