Málaga vive otro 1986

Existen varias generaciones de cofrades que han crecido escuchando la leyenda de dos hitos que no llegaron a vivir. La coronación canónica de los Dolores, primero, y dos años después la de la Esperanza, se recuerdan como dos de los episodios cofrades más grandes vividos nunca en Málaga. Ahora se cumplen 25 años de la primera. Los más mayores han podido viajar a 1986 de la mano de la Virgen de los Dolores. La generación de ‘El Cabildo’ ya conoce en primera persona lo que significó para la Málaga cofrade aquella efeméride.

Hacía un cuarto de siglo que los Dolores Coronada no reunía a tantos fieles. Aunque las muestras de cariño se desbordan cada Viernes de Dolores, la sombra de la duda acerca del calado real de su devoción siempre ha reinado en el mundo cofrade malagueño. El horario del Miércoles Santo ayuda poco en este sentido. La Archicofradía empieza su estación de penitencia ya dentro del recorrido oficial, por lo que para ver a esta Dolorosa bajo palio siempre hay que esperar hasta altas horas de la madrugada. Esta vez, pasada la medianoche, no se cabía en la calle Ancha. Tampoco a primera hora de la tarde en el entorno de la Catedral. Por si alguna vez existieron dudas sobre esta devoción.

Los Dolores reivindicó su devoción ante Málaga, y también ante su propio barrio de El Perchel. En la calle Ancha se vivieron momentos de autenticidad que son necesarios actualizar cada Miércoles Santo. Además, como ya ocurriese en 1986, la Virgen del Carmen salió de su parroquia para recibir a la Dolorosa. Sí, dos de las grandes devociones marianas de la ciudad, frente a frente. También fueron testigos cofrades de toda Andalucía, pues se organizaron numerosas excursiones para asistir a la cita.

Una talla de la categoría artística de los Dolores de la Expiración, sobre un conjunto procesional con orfebrería de Seco Velasco y bordados de Esperanza Elena Caro, es sinónimo de éxito. Así, cualquier imperfección queda en un segundo plano, como la descoordinación vivida en la salida del cortejo de la casa hermandad de Estudiantes, con el añadido de la media hora que se hizo de rogar la procesión. La Expiración no cumplió con la puntualidad que acostumbra. Quizá motivado por este retraso, el ritmo de la comitiva a partir de la plaza de la Constitución fue más ligero de lo habitual. Un ‘tempo’ con el que lució especialmente.

Apenas 20 centímetros de margen, según la cruceta, tenía el trono de los Dolores Coronada para salir de Estudiantes. Las citadas impresiones quedaron silenciadas ante la Catedral que se echaba a andar. Simplemente sublime. Al igual que el recibimiento que se tributó a la Virgen en la plaza del Siglo, con dos edificios vestidos de gala para no olvidar nunca y el célebre capuchino fray Ricardo de Córdoba lanzando un fervorín que no pudo acabar. Tampoco la petalada que un devoto ofreció a los Dolores en la calle Sagasta. Fueron 30.000 claveles hecho pétalos. Prácticamente la marcha entera ‘Pasan los Campanilleros’ cayendo flores.

Llovieron flores de numerosos balcones pero no llegó a llover, pese a la amenaza de precipitaciones durante toda la jornada. Respecto al público, durante el primer tercio del recorrido fue masivo. Literalmente, imposible acercarse al trono sin esperar su llegada. A la salida del centro histórico, por los grandes espacios que son la Alameda Principal y de Colón o el entorno de Correos, la Virgen fue más que arropada. Pero ya sin las citados agobios. Y pasó nuevamente entre un gentío espectacular por la calle Ancha, entre saetas y otros cantes. Minutos antes de las 2:00 horas entró en su casa hermandad. Se cerraron las puertas y sí cayó un chaparrón. Igual que ocurrió en aquella salida de 1986.

La cruceta musical, por su parte y como cabía esperar, rebosó de marchas de corte alegre. Se agradeció el cambio de dinámica en dos aspectos que venían siendo un tanto repetitivos en las procesiones malagueñas: de una parte, el trono andaba por lo general sin excesivas florituras; rara vez la Virgen se frenaba para bailar con la música. De otra parte, sustituir el redoble granadero por el lento sirvió para recordar que también existe y se puede emplear. Lo más celebrado de la cruceta musical fue la continua interpretación de las dos marchas simbólicas del día: ‘Coronación’ del Perfecto Artola (1986) y la pieza de Eloy García compuesta para la efeméride, ‘Manto y Corona’, que agradó y se acopla a la perfección al ritmo del trono de la Virgen.

El sabor final fue delicioso. La salida era la primera procesión de la nueva junta de gobierno, recién constituida hace apenas unos meses. En detalle se notó falta de rodaje en la calle. La Expiración, por ejemplo, nunca ha tenido descoordinaciones con la música y esta vez se vivieron. Dos de los momentos más especiales, como fueron la visita al convento de las Hermanas de la Cruz o al Carmen, quedaron fríos por las maniobras realizadas. Especialmente el primero al que la Virgen llegó de espaldas cuando existían alternativas para evitarlo. Sí se agradeció la presencia –por fin- de pertiguero en el cuerpo de acólitos y un par de pabileros con la tradicional caña para encender la candelería y arbotantes del trono, uno de los cuales sufrió un percance y acabó con dos de sus brazos vencidos.

El objetivo era conmemorar el 25 aniversario de aquella Coronación Canónica. Y realmente, en las calles de Málaga se vivió el ambiente de una Coronación Canónica, aquella de 1986 que ya es como si la conociera otra generación.

Fuente: elcabildo.org

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