Nuevo azulejo dedicado por el pueblo de Moguer a la Virgen de Montemayor

El pasado día 23 de agosto de 2009, con motivo de la traída anual a Moguer de la Virgen de Montemayor, patrona de la localidad, su Hermandad Matriz inauguró en la artería de entrada al pueblo, conocida como “Venida de la Virgen”, un nuevo azulejo de 2.60 metros de alto por 3 metros de ancho, compuesto por 195 baldosas de 20 x 20 centímetros, que forman 15 filas de largo y 13 de alto, y que ha sido realizado por Miguel Cano Garrido, residente en Alcalá de Guadaira (Sevilla), quien ha trabajado en otras ocasiones para la hermandad, destacando dos de sus azulejos, el situado en la torre parroquial y el que se encuentra en la fachada de la casa-hermandad de Montemayor.

El lugar escogido por la junta directiva de la hermandad para colocar el nuevo trabajo de Miguel Cano no es otro que la emblemática zona, hasta hace escasos años rodeada de campos de cultivos, por la que la Virgen de Montemayor siempre ha accedido a la ciudad desde que se inició esta costumbre en 1858.

El retablo cerámico, que fue bendecido por el D. Manuel Castilla, párroco de Moguer, hacia las 10 de la noche, tras recibirse a la Virgen bajo la luz de cientos de antorchas, en una calle completamente inundada de vecinos y foráneos que no quisieron perderse el momento, ha sido colocado sobre una estructura de ladrillo, rematada por una cruz de forja, de 5 metros de altura, que fue diseñada desinteresadamente por Pelayo Cáceres, arquitecto moguereño que fue hermano mayor de la Hermandad Matriz en los años ochenta.

El autor del retablo cerámico, que se ha inspirado en una fotografía seleccionada por la propia Hermandad Matriz, ha recogido en sus dos destacados planos, separados por una larga línea que crea las sienes de cientos de moguereños, un momento del traslado de la Virgen, una vez el sol se acerca a su ocaso, según se desprende de las sombras creadas sobre el grupo de fieles, y cuando se acaba de recorrer el angosto camino que une la ermita con la carretera de albero que le lleva al pueblo, situación que obliga a los devotos a crear una larga comitiva detrás de la Patrona. Desde ese lugar se observa con nitidez, en un segundo plano, tanto su blanca ermita, su ocre explanada, como el coto de verdes pinares conocido con el nombre de la Virgen (en él se celebra su romería cada segundo domingo de mayo desde el año 1954), los cuales marcan el perfil del celeste y ancho cielo.

Continuando con su análisis estilístico y compositivo, la comitiva, que cubre todo el primer plano de la obra, es dirigida por algunos tamborileros de la hermandad, cuya escuela fue creada hace más de diez años, y que son identificados gracias a la estampa de Montemayor que llevan adosada a su tamboril rojo y blanco, colores de la Hermandad Matriz. Detrás de ellos, anónimos fieles y devotos, cuyas vestiduras crean una bandera multicolor, caminan con parsimonia; y, entre la multitud, la mayestática Virgen de Montemayor, protegida por su templete de metal plateado, adquirido en 1962, que viste con su manto verde de bordados asimétricos, atribuidos a Rodríguez Ojeda, saya blanca de bordados simétricos y toca de malla, luce con magnificencia.

El proyecto, que fue gestado por la propia junta directiva de la Hermandad Matriz hace varios meses, ha sido financiado a través de las donaciones de cientos de moguereños y devotos de la Virgen.

Fuente: lapasion.org

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