El paso de la cruz y la preparación, claves para la JMJ 2011 Madrid – Editorial Ecclesia
La gran cita de agosto próximo con la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid no cabe duda de que es uno de los acontecimientos más sobresalientes del año 2011. Y no solo para la Iglesia sino para el conjunto de la sociedad.
Y mientras la organización local y las diócesis se afanan en los distintos y empeñativos aspectos de su preparación, como pregoneros excepcionales de la JMJ 2011 Madrid y de todo lo que ella conlleva, la cruz y el icono que Juan Pablo II donó a los jóvenes en 1985 están recorriendo los cuatro puntos cardinales de España.
Este paso, que alborea el gran éxito y tiempo de gracia de la Jornada y de su huella y legado para cuando esta concluya, es preparación de extraordinaria calidad espiritual y pastoral y manantial irrigador de tantos apoyos como la JMJ precisa.
Las diócesis de la provincia eclesiástica de Valencia han sido y son en estas últimas semanas testigos admirados del paso de esta inefable cruz desnuda que pasa haciendo el bien. De la verdadera misión popular y juvenil que suscitan, de su reguero luminoso, de su siembra prometedora de esperanza y de frutos.
Desde el pasado 27 de abril, con destino primero en Canarias, y tras recorrer durante medio año la entera provincia eclesiástica de Madrid, la cruz y el icono de las JMJ han recorrido ya más de la mitad de las diócesis españolas. En Cuaresma y en Pascua visitarán las diócesis andaluzas, para completar en Aragón, desde mitad de junio a mitad de julio, su itinerario de fiesta, de gozo, de esperanza y de anuncio.
«La cruz –escribe Benedicto XVI en su mensaje para la JMJ 2011 Madrid– a menudo nos da miedo, porque parece ser la negación de la vida. En realidad, es lo contrario. Es el “sí” de Dios al hombre, la expresión máxima de su amor y la fuente de donde mana la vida eterna. De hecho, del corazón de Jesús abierto en la cruz ha brotado la vida divina, siempre disponible para quien acepta mirar al Crucificado.
Por ello, invita a acoger la cruz de Jesús, signo del amor de Dios, como fuente de vida nueva. Sin Cristo, muerto y resucitado, no hay salvación. Sólo Él puede liberar al mundo del mal y hacer crecer el Reino de la justicia, la paz y el amor, al que todos aspiramos». Y esto es y significa la cruz de las JMJ, cuya preparación hemos de seguir trabajando y minando con todas nuestras fuerzas.
Fuente: revistaecclesia.com