La Cruz del Papa, sin adornos ni imagen, mide 3,8 metros

Era el 1984, Año Santo de la Redención, cuando el papa Juan Pablo II decidió que tenía que estar una cruz, como símbolo de la fe, cerca del altar mayor de la basílica de San Pedro, donde todos pudiesen verla. Así fue instalada una gran cruz de madera, de una altura de 3,8 metros, tal como él la deseaba, sin adornos, sin imagen sobre ella. La cruz sola como expresión de la fidelidad del Jesucristo al proyecto de Dios hasta dar la vida y del amor de Dios al hombre que muere en la cruz como prueba de su misericordia.

Al final del Año Santo, después de cerrar la Puerta Santa, el papa entregó esa misma cruz a la juventud del mundo, representada por los jóvenes del Centro Internacional Juvenil «San Lorenzo» en Roma. Éstas fueron sus palabras en aquella ocasión: «Queridos jóvenes, al clausurar el Año Santo os confío el signo de este Año jubilar; «la Cruz de Cristo» Llevadla por el mundo como signo del amor del Señor Jesús a la humanidad y anunciad a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención» (Roma, 22 de Abril de 1984).

Los jóvenes acogieron el deseo del Papa. Se llevaron la cruz al centro San Lorenzo, que se convertiría en su morada habitual durante los períodos en los que aquélla no estuviera peregrinando por el mundo. Esta cruz hizo su primera peregrinación en el mes de julio de 1982 a Munich, Alemania, para el Katholikentag (Jornadas de los católicos).
La famosa cruz es conocida como la Cruz del Año Santo, la Cruz del Jubileo, la Cruz de la JMJ, la Cruz peregrina, la Cruz de los jóvenes es su nombre más extendido porque fue entregada por Juan Pablo II a los jóvenes para que la llevasen por todo el mundo.

El icono de María

En el año 2003 hubo una importante novedad: al final de la Misa del domingo de Ramos en la que los jóvenes canadienses entregaron la Cruz a los alemanes para la JMJ de Colonia, el Papa les entregó también un acopia del icono de María ‘Salus Populi Romani’, y desde entonces peregrina juntos la Cruz y el Icono.

Estos signos son muy importantes para la Iglesia porque:

* Son los signos que nos recuerda el testamento espiritual del Papa Juan Pablo II para los jóvenes, muchas ahora que va a ser proclamado beato por la Iglesia.

* Son signos «sagrados» porque a través de ellos mucha gente se ha puesto en contacto con el misterio de Dios, con la trascendencia. Cuanta gente a orado, venerado, adorado, expresado sus sentimientos más profundos ante estos símbolos. Están cargados de energía positiva, de energía espiritual.

* Son signos que expresan la universalidad de la Iglesia, han recorrido todos los contenientes y muchísimos países.

Fuente: elcabildo.org

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