Comienza la revisión de La Giralda

El Cabildo quiere saber con precisión el estado de conservación de los dos cuerpos superiores de la Giralda. El órgano rector de la Catedral ha aprobado la propuesta del arquitecto conservador del templo, Alfonso Jiménez, para comenzar a revisar las dos partes más altas del alminar, donde el pararrayos que funciona a los pies del Giraldillo -junto al anemómetro de las características esferas- recibió una fuerte descarga en una de las tormentas del pasado otoño. Aquel rayo afectó a los sistemas eléctricos del templo, dejando inutilizados algunos de los videoporteros de seguridad instalados en los accesos a la Catedral. El Cabildo Catedral quiere realizar esta labor en las zonas más altas de la torre para «tranquilidad de todos». Las dos partes que serán evaluadas se denominan el penacho y la tinaja.

Los técnicos tendrán que examinar tanto el estado de la piedra como del propio pararrayos. La instalación de los andamios, que comenzó ayer, y el programa de trabajo previsto están autorizados ya por la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía. Aunque desde los andamios se podrá inspeccionar in situel estado del Giraldillo, repuesto en 2004, serán los técnicos del Instituto Andaluz del Patrimonios (IAPH) los que tendrán que decidir si procede ya una revisión de la Giganta, que parece funcionar sin mayores problemas en función de la labor de control remota a la que está sometida.

El Cabildo ya culminó en 2008 la revisión del estado de conservación de las azucenas -símbolo heráldico del Cabildo- que dan nombre al patio del cuerpo superior de la torre. Estas cuatro piezas están realizadas en bronce por el taller de Fernando Marmolejo. Sustituyeron a unas anteriores que estaban trabajadas en hierro, un metal que las hacía mucho más vulnerables a los agentes meteorológicos. Aquella inspección no sólo sirvió para sacar conclusiones generales sobre el estado del alminar, sino también para practicar reparaciones menores como la restitución de elementos metálicos que hubieran podido desprenderse con el paso del tiempo.

El equipo técnico de la Catedral estudió a fondo el estado de cada una de las azucenas dentro de un programa de trabajo de cuatro años, asignando un año a cada una de ellas para que el presupuesto de conservación del templo metropolitano pueda afrontar el proyecto sin apreturas. La inspección de cada azucena supuso un mes y medio de trabajo para los técnicos. Cada azucena tiene un peso de 300 kilos y una longitud de 2,50 metros. Fueron instaladas en 1982.

Fuente: cruzalzada.com

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