Comunicado de la Santa Cena contra la violencia machista

Con la llegada del día 25 de noviembre, en el que se conmemora Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, la Cofradía Eucarística de la Santa Cena quiso manifestar su incondicional apoyo a las mujeres que sufren situación de maltrato ya sea físico o psíquico. Igualmente quiere dejar clara su posición ante esta lacra social impropia de una sociedad en teoría avanzada, y que es a todas luces anacrónica y repugnante en pleno S. XXI.

Un viejo y enquistado problema.

La violación de los derechos de las mujeres y la violencia de género no son problemas nuevos; al contrario, suponen conductas que hasta hace poco eran socialmente aceptadas, y poco conocidas por pertenecer al ámbito de la vida privada. Ha sido recientemente cuando se ha tomado conciencia de que es necesario tomar medidas concretas en relación a la violencia de género teniendo como punto de partida la obligación del Estado de proteger y garantizar los derechos de las mujeres en toda circunstancia. Hemos también de señalar, que muy contrariamente a lo que se cree, no es patrimonio este tipo de violencia de las clases más desfavorecidas o con menos recursos económicos y culturales, sino que es un problema extendido a en muchas capas sociales, lo que a veces puede resultar sorprendente en ciertos ámbitos que se convierten en un reducto donde no hay sospecha, por lo que las consecuencias pueden ser aún más profundas por inesperadas, e incluso más crueles.

La mujer y el Evangelio.

No es otro sino Jesús, quien revoluciona la concepción que se tiene de la mujer como explican los evangelios desde la antigüedad, dándole la dignidad y papel que le corresponde a lo largo de la historia. Son muchos los momentos en los que esta idea se deja muy clara por parte del Señor, lo que supone desde el punto de vista de un cristiano una referencia clara y contundente en este sentido que ha de tenerse muy en cuenta. Cualquier seguidor de Cristo no puede tener ni un resquicio de duda respecto a este tema; respecto a la consideración que se tiene de la mujer y de su papel en la sociedad. Los conceptos que aporta Jesús sobre las mujeres en el seno de la sociedad judía son absolutamente revolucionarios.

Valentía y determinación.

Es obligación de cualquier cristiano, y aún más de un cofrade comprometido, defender este principio de igualdad y, por descontado, de no agresión a las mujeres con absoluta determinación, denunciando con valentía toda situación injusta y desde luego apoyando con todos los medios que están a nuestro alcance (también en comunidad con la hermandad) a las víctimas que estén en situaciones de maltrato, ya que necesitan absoluto apoyo y hay momentos en los que éste puede ser vital para la posible víctima.

Respecto al maltratador.

La tolerancia 0 hacia el maltratador ha de ser tajante sobre todo en los mismos momentos en los que se produce la situación de maltrato por la lógica preservación de la integridad física y moral de la victima donde han de ponerse todos los medios a nuestro alcance. Han de redoblarse esfuerzos para que la situación dure el menos espacio de tiempo posible y el daño que pudiera realizarse mínimo, ya que éste se puede convertir en irreparable. También, por otro lado, es necesaria la reintegración y reinserción del maltratador (siempre que esto sea posible) con vistas al perdón, por complicado que esto sea.

La educación, el único camino.

Vicios adquiridos, repetición de estereotipos, lenguajes inadecuados… signos por los que podemos empezar a cambiar conceptos en nuestros niños y niñas, así como en los adolescentes para crear una conciénciade igualdad desde la cuna. Sólo esto puede reconducirla situación.

¿Qué está en manos del cofrade?

Son muchas las situaciones en el seno de la hermandad en los que podemos alimentar la verdadera igualdad entre hombres y mujeres (toda desigualdad es la principal causa que nos conduce cualquier forma de violencia). El trabajo se puede realizar principalmente en los grupos de jóvenes, en nuestras bandas; también en nuestras juntas directivas donde siempre nos enfrentaremos a situaciones y a un caldo de cultivo en el que poner en el mismo plano a hombres y mujeres en el ámbito de las hermandades. Esto no ha de hacerse de forma testimonial, formal, sino con verdadero y profundo convencimiento de que es algo que el mismo Jesús nos pide porque es algo también profundamente humano.

Fuente: cruzdeguia

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