Mi reflexión sobre la JMJ

Han pasado algo más de dos semanas desde que la ciudad de Madrid viviera en sus carnes la grandiosidad de la cultura cofrade española. Cuanto menos, resultó ser privilegiada anfitriona por aguardar 15 pasos de Semana Santa procedentes de diversos rincones de nuestro país. Desgraciadamente, existió el componente “indignado” que hizo por momentos empañar el gran clima vivido en la capital durante aquellos días. Sin embargo, dejando elementos de carácter político aparte, he de decir que los que estuvimos en la JMJ disfrutamos con algo nunca visto hasta entonces.

Si a una persona con sentimiento cofrade se le ofreciese la oportunidad de poder ver procesionar pasos de Semana Santa en pleno mes de agosto, aparte de verlo como algo inconcebible, pienso que estallaría de júbilo. Así pues, eso es lo que ha logrado esta JMJ que poco a poco se va alejando en el tiempo. Además, hay que sumarle el reconocimiento por el mérito de acercar hasta Madrid toda una selección de pasos procesionales de nuestra geografía, (que en especial, para un cofrade madrileño como yo, es de agradecer).

Quien más o quien menos, probablemente visitaría las tallas que se encontraban ubicadas en sus respectivos lugares de acogida y culto en Madrid; pudiera ver la particular “Madrugá” del traslado de los pasos hasta donde se desarrollaría el Vía Crucis con el Papa; disfrutase del propio Vía Crucis; o por último vivir la “Magna Procesión” que tuvo lugar en camino único hasta la Puerta del Sol.

Desde estas líneas, entran ganas de pedir a los organismos competentes la creación de otra “Procesión Magna”, (ya fuera de forma anual o cada cuatro años por ejemplo), con pasos de diferentes ciudades, pues seguramente muchos de los que participaron el pasado agosto nunca los hubiéramos disfrutado de no haber sido por motivo de la JMJ. También, quisiera agradecer la amabilidad de los compañeros de Cofrademanía, así como a todas las personas que en mayor o menos medida colaboraron para que un acontecimiento de estas características pudiera realizarse.

Para concluir, he de decir que para mí fue un honor y un placer cubrir los actos para RincónCofrade, y estoy seguro de que cada uno de los que estuvimos en ellos recordaremos ciertas imágenes, anécdotas y vivencias particulares que aún tenemos bastante frescas en nuestra retina. Es cierto, que algunas de ellas se nos irán olvidando con el paso del tiempo, pero en nuestro recuerdo permanecerá siempre el haber vivido algo único.

Benjamín García

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