Broche de oro a la JMJ Ubetense

Con la celebración de una Solemne Misa de Acción de Gracias, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída y María Santísima de la Amargura quiso agradecer a Dios su participación en el vía crucis de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que se desarrolló en Madrid, el pasado 19 de agosto. La misa tuvo lugar en la iglesia de Santa María de los Reales Alcázares, a las 20’30 horas del sábado, día 24 de septiembre, y fue oficiada por el capellán de la hermandad, Juan Ignacio Damas López.

Con un templo abarrotado de cofrades, representantes de las hermandades y fieles en general, Damas daba gracias a Dios, en su homilía, por haber propiciado la participación de la hermandad del Viernes Santo en uno de los actos emblemáticos de la JMJ. Igualmente mostraba su agradecimiento y el de la hermandad a aquellos hombres que, llevando de la mano a un niño, rezaban ante el Cristo del a Caída e inculcaban a los jóvenes la devoción por Jesús y el amor por la hermandad.

Muchos de esos niños y de esos jóvenes, dijo, luego tuvieron el privilegio de formar parte de la junta directiva y alguno de ellos la honra de ser hermano mayor tal y como hoy lo es Juan Antonio Lindes Lagunas, que ha llevado a la cofradía a vivir uno de los momentos más gloriosos en sus más de cien años de existencia.

Damas López se dirigió al hermano mayor, con evidentes síntomas de afecto, para recordar que Lindes se había pasado el tiempo agradeciendo la colaboración de unos y de otros pero que a él también había que agradecerle su arrojo y su decisión para involucrar a los miembros de la directiva en tan alta empresa, recordándole que si él se hubiese negado a que la cofradía participase en la JMJ la cosa hubiese quedado en nada. Una muy prolongada ovación rubricó estas palabras y Juan Antonio Lindes tuvo que tragarse más de un nudo y más de dos, ante este reconocimiento público que no dejaba el menor resquicio a la duda. Al igual que éste, hubo otros momentos impregnados de enorme emoción durante la ceremonia, uno de ellos fue cuando la Banda Sinfónica Ubetense, dirigida por Cristóbal López Gándara, interpretó las marchas “Tristeza” y “Jesús Caído”.

Antes de terminar la eucaristía el hermano mayor de la cofradía anunciaba que las monjas del Real Convento de Santa Clara habían decidido ceder la propiedad de la imagen de María Santísima de la Amargura, que ellas custodian y de la que eran dueñas, a la hermandad porque desde hace tiempo venían barajando esa posibilidad y habían estimado que éste era el momento idóneo.

En realidad las relaciones entre estas monjas y la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída siempre habían sido excelentes, pero entre los cofrades existía la incertidumbre de no saber qué ocurriría con su Virgen en el caso de que la congregación pensase en marcharse de nuestra ciudad. Por el momento no es éste el caso, pero más de uno dormirá más tranquilo al haberse cerrado definitivamente uno de los frentes que la hermandad tenía abiertos.

Terminada la misa, la junta directiva y quienes quisieron acompañarla, se trasladó al Real Convento de Santa Clara donde se entregó a las monjas un cuadro alusivo a la JMJ, en un ambiente íntimo y muy entrañable.

Tras ello tuvo lugar una cena en la que se entregaron una serie de reconocimientos a quienes habían colaborado con la cofradía en el engrandecimiento de su participación en el vía crucis. Además de instituciones cofrades y ayuntamiento, que estuvo representado por el alcalde Robles y el concejal Jurado, recogieron la distinción medios de comunicación tales como Úbeda Información, Radio Úbeda, Diez TV o la web cofrade Cruz de Guía, por la difusión dada al evento.

El momento álgido de esta cena llegó con la entrega de distinciones a tres personas que han sido claves en la participación ubetense en la JMJ y a un cuarto cofrade, enormemente comprometido con la hermandad. Una de estas personas era Santiago Fernández, un madrileño a quien la organización de las Jornadas había designado como “jefe de paso”, algo así como el ángel de la guarda de la cofradía ubetense, durante su estancia en Madrid, un hombre cuyos desvelos fueron incluso más allá de lo que realmente era su trabajo y que llegó a establecer una relación fraternal con los miembros de la directiva desplazados a la capital de España.

Otro de los galardonados fue Manuel María Latorre Delgado, ubetense de pro, cofrade de pies a cabeza, de esos que mamaron la hermandad la Caída desde la cuna, descendiente de una saga de cofrades que, como él, han ocupado puestos muy destacados dentro de la cofradía a lo largo de varias décadas, pregonero de nuestra Semana Santa y católico comprometido. Latorre, que ocupa un relevante cargo en una multinacional francesa, supo, entre otras muchas cosas que pueden adjudicársele, involucrar a su empresa en el patrocinio de su cofradía para que ésta pudiese acudir a Madrid de una forma más desahogada.

Hablando de desahogo la cofradía no quiso dejar sin reconocer a la figura de Baltasar Guzmán Muñoz, hombre bueno, enamorado de su Virgen y devoto de su Cristo, alguien excesivamente modesto, a quien hubo que engañar para que asistiese a la cena en la que se le iba a tributar un pequeño pero muy sincero homenaje, por haberse convertido en ese anónimo mecenas que en más de una ocasión ha sacado de apuros a su cofradía del alma. Emocionado, muy emocionado, don Baltasar dejó muy claro ante los presentes que había nacido en el seno de la hermandad y que en ese mismo seno quería morir.

El cuarto hombre era Francisco José Cayola Cortés, “un madrileño de Úbeda” por ascendencia familiar, del que obviaremos su currículum cofrade para no alargar en exceso esta crónica. Hablar de Curro Cayola, como cofrade ubetense, es hablar de la fundación de la hermandad de Nuestra Señora de Gracia, de la Virgen de Guadalupe de Madrid, del Cristo de la Noche Oscura, de Jesús Nazareno y ahora también de la cofradía de la Caída.

Seguramente fue la Divina Providencia la que se encargó de que Cayola estuviese en el momento adecuado, en el sitio más propicio para decir que en Úbeda existía un magnífico Cristo caído, obra de Mariano Benlliure, que con toda dignidad podría ocupar el hueco que faltaba por rellenar para completar todas las estaciones del vía crucis. Puso en contacto a la organización de la JMJ con Juan Antonio Lindes y a partir de ahí se fraguó todo eso que ustedes ya conocen.

Fueron varios los directivos de la cofradía que intervinieron en este turno de agradecimientos. Todos coincidieron en afirmar que “la JMJ ubetense” ha supuesto para ellos “una inyección de fe, algo que no puede explicarse con palabras, una experiencia única e irrepetible, que ha llenado de orgullo y satisfacción a todos los que pudieron desplazarse a Madrid representando a la Semana Santa de Úbeda.”

La noche concluía con la presentación de un DVD, editado por la cofradía, en el que se plasmaban momentos significativos de la presencia ubetense en Madrid.

Con esta misa y esta cena se ponía el broche de oro a todo lo que significaba la participación de la Caída en la JMJ. Se ponía un broche de oro, pero sólo se pasaba página, sin terminar de cerrar el libro. La JMJ todavía tiene que proporcionar a Úbeda y a la cofradía algunas satisfacciones. Están por llegar y algunas, seguramente, no tardarán en hacerlo. La hermandad lo ha merecido con creces.

Fuente: cruzdeguia

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