Dolores de Servitas Coronada

A las dos y diez de la tarde del pasado sábado sonaron las campanas de la Catedral de Cádiz. En una ceremonia llena de símbolos, eso quería decir que la Virgen de los Dolores de Servitas ya estaba coronada. En la Catedral había dos coronaciones paralelas. Una real, la de la titular de la Orden de Servitas. La otra era simbólica, la del obispo de la Diócesis, Antonio Ceballos Atienza, que ayer coronaba su mandato con un acto que despertó una gran expectación en el mundo cofrade y que le sirve como despedida a lo grande para un hombre que ha llevado la humildad por bandera.

A la espera de la llegada de Rafael Zornoza en el mes de octubre, la persona que ha vivido todo el trámite para la Coronación canónica de la Virgen de los Dolores fue el encargado de poner sobre la cabeza de la titular de Servitas la diadema dorada, la guinda de todo el proceso.

Bien claro lo dejó el asistente espiritual de la Orden Seglar de los Siervos de Santa María, Jesús García Cornejo, que relacionó el momento especial de la Coronación con la fecha en que se ha producido, con el obispo a punto de despedirse: «El Señor ha querido que usted tenga la satisfacción de coronar a la Virgen».

En el momento en el que oficialmente se convertía en María Santísima de los Dolores Coronada, todas las personas que llenaban la Catedral rompieron en un prolongado aplauso que venía a reconocer el trabajo de muchos años, del que bien saben muchos de los hermanos de la Orden que ayer ocupaban los asientos del templo catedralicio con sus escapularios. Con la ovación sonando aún, Miguel Puerta, prior de Servitas, recibió innumerables abrazos de algunos compañeros de junta o de antiguos priores, como Julio Reyeros, actual capataz del palio.

Dos pantallas gigantes situadas en las naves laterales hacían que la ceremonia pudiera seguirse sin problemas. Entre el público había muchas mujeres tocadas con mantillas y representantes de todas las cofradías y otros muchos cofrades que no quisieron perderse el momento histórico.

Simbolismo puro en las estolas de los alrededor de 25 sacerdotes, incluido el prior general de los Servitas fray Ángel María Ruiz Garnica, que estuvieron en el altar mayor en el pontifical, ya que llevaban el escudo de Servitas y el logotipo de la misma coronación. Hasta el calor se combatía con unos abanicos negros que se repartieron a la entrada con el mismo escudo.

Fue un pontifical al que no le faltó un detalle, muy cuidado desde el principio hasta el final. Desde la procesión de entrada de los miembros de la Orden Seglar al mismo repertorio musical de la coral Virelay.

«Mira, Señor, benignamente a estos tus siervos al ceñir con una corona visible la imagen de la Madre de tu Hijo al Rey del universo e invocan como Reina a la Virgen María». Tras la homilía, monseñor Ceballos rezó una oración mientras rociaba con agua bendita la corona que fue entregada por el mayordomo de la Orden, Manuel Marchena. Acto seguido el obispo se elevó para llegar al lugar donde se encontraba la Virgen de los Dolores en el altar mayor del principal templo de la Seo y colocó la corona en la cabeza de la Virgen. Una vez que ocurrió eso y mientras el obispo inciensaba la imagen, sonaba la pieza musical Beata Dei Genitrix, de Pedro Rabassa, con las campanas de fondo. «Hermanos, invoquemos a Dios Padre en este día gozoso que hemos coronado a la imagen de María Santísima de los Dolores, para que por su gloriosa intercesión, derrame su gracia sobre toda la humanidad».

Tras la liturgia eucarística y el rito de comunión, el pontifical concluyó con el canto de la Salve y acto seguido el obispo con todos los sacerdotes que participaron en la ceremonia se marcharon en procesión hacia la sacristía. Entre nuevos aplausos, Ceballos saludó al prior de los Servitas, Miguel Puerta, y a la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, mientras recibía el cariño de todos los fieles. Los aplausos eran para la culminación de la coronación y también la del mandato del propio obispo.

Fuente: Cofrademania.com

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