El Cardenal señala a San Rafael Arnáiz Barón como modelo e intercesor para los jóvenes

El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, celebró ayer por la mañana, en la Basílica de San Pedro, en Roma, una Eucaristía de Acción de Gracias en honor de San Rafael Arnáiz Barón, canonizado por el Santo Padre Benedicto XVI el pasado domingo, 11 de octubre.

En su homilía, el Cardenal señaló que San Rafael es “un joven español de nuestro tiempo” aunque hayan “pasado más de setenta años desde que moría santamente en el Monasterio trapense de San Isidro de Dueñas el 26 de abril de 1938”, ya que en la época en que vivió “se debatían dentro de España” cuestiones “muy graves: la de la sociedad de clases, el problema obrero en la industria y en el campo, la ordenación democrática del Estado… y, no en último término, una cuestión que podríamos llamar la cuestión del alma: ¿cómo orientar intelectual y culturalmente una nueva y renovada sociedad española?”. Un debate, precisó, que “tenía su correspondencia con los problemas reales de la gente, con las angustias, carencias, nostalgias y esperanzas de muchos españoles. Había llegado con fuerza apasionada a la Universidad y a la juventud en general. Y, por supuesto, a aquella valiosa parte de los jóvenes españoles que en esas circunstancias tan críticas no abandonaron la Iglesia; más aún, se comprometieron hasta el Martirio con el testimonio de la fe en Jesucristo, prestado con el ardor y celo apostólico propio de los que únicamente buscan el objetivo espiritual de ganar almas para Él, el único y verdadero Salvador del hombre”.

Así, puntualizó, “en el trasfondo histórico de aquella juventud, tan tentada por el materialismo radical de las ideologías políticas triunfantes –el fascismo y el comunismo–, pero buscada y tocada por la gracia del amor de Cristo”, emerge “la figura de Rafael Arnáiz Barón, luminosa y radiante de verdad cristiana y, por ello, de verdad divina y humana”. “Su influencia interior, la de la vivencia mística de la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Comunión de los Santos”, era “inconmensurable” durante su breve vida, “y, al llegar los años de la paz, también incontenible en el orden de su conocimiento consciente y explícito por parte de la opinión pública dentro y fuera de la Iglesia. ¡Rafael Arnáiz Barón había ofrecido y seguía ofreciendo la solución verdadera para las nuevas generaciones de la España de la guerra y de la postguerra civil!. ¡La solución que se desprende de la Ciencia de la Cruz! Ni había otra, en aquellos paradójicamente trágicos e ilusionados y esperanzados años, que ésta, ni la hay ahora en este tiempo de comienzos del III Milenio de la historia de la Iglesia y del mundo. Ni la habrá nunca”.

“Rafael Arnáiz, en su corta e íntima vida de seglar y de monje trapense en la tierra, ha sido un don del Señor que guía y ama a su Esposa la Iglesia y que lo sigue siendo ahora en el cielo y desde el cielo para ella: hoy y siempre. Ha enseñado a los jóvenes de esta hora de la historia con su palabra y, sobre todo, con su vida, bella y fascinantemente, la forma de conocer, apreciar y hacer propia la Sabiduría de la Cruz de Cristo como el escondido tesoro cuya memoria hay que guardar y llevar a la práctica fielmente, sin desmayo y descanso alguno”.

Y es que, precisó, “Rafael vivió siempre del amor de Dios. Vivencia sólo posible desde el descubrimiento del amor de Cristo, de su Cruz Santísima y Gloriosa”.

San Rafael, modelo e intercesor para los jóvenes

El Cardenal afirmó que la figura de San Rafael Arnáiz Barón es “un modelo de vida para la juventud de hoy”, a pesar del contraste que presenta con nuestros jóvenes. Y es que, afirmó, “cuando se busca y penetra con la mirada honda del corazón” en el “interior” de los jóvenes de hoy, “nos encontramos con muchas experiencias de soledad y vacío del alma, con nostalgias, seretas unas veces y otras proclamadas a voces, de respuestas plenas de verdad y de vida que no acaban de proporcionarles las instituciones y los poderes, la ciencia y las prácticas del mundo. En el fondo…, ¡tienen sed de Dios! ¡tienen sed del Dios vivo! ¡de Cristo!. En San Rafael Arnáiz pueden encontrar no sólo la luz viva sino también al impulso estimulante para un camino de autenticidad interior, de silencio del alma, de oración y de plegaria, el único capaz de conducirles a esa experiencia que tanto ansían de verse amados y de amar, a pesar de sus pequeñeces, tragedias y pecados: la experiencia que sólo proporciona el conocimiento sabroso de la ciencia de la Cruz: ¡del amor del Corazón Divino de Jesús!”.

A San Rafael Arnáiz le “pedimos que enseñe y aliente a los jóvenes de la Iglesia en España y en todo el mundo a hacer suya la sencillez evangélica y a que no duden a acudir a Jesucristo cuando se sientan cansados y agobiados, y a que no vacilen en cargar su yugo y a aprender de Él que es manso y humilde de corazón”. “Apoyados en el Corazón de Cristo, aprended, queridos jóvenes, a amar de verdad a vuestros hermanos: a los jóvenes, vuestros compañeros; al hombre, tu hermano”.

Recordando su devoción a la Virgen, encomendó a María “que la JMJ 2011, en Madrid –su preparación y su celebración–, signifique y sea un acontecimiento extraordinario de la Gracia para nuestros jóvenes y los de todo el mundo: ¡una primavera de la Iglesia, nueva y rejuvenecida en los jóvenes de comienzos del III Milenio, por los dones del Espíritu Santo! ¡Que se sientan impulsados con vigoroso fervor y con el ardor de los primeros testigos del Evangelio a vivir “edificados y enraizados en Cristo, firmes en la fe”! porque la esperanza es suya, ¡es de todos los que creen y aman al ritmo del Corazón de Cristo!”.

Fuente: lapasion.org

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