«El que entró a dar Salud a Málaga»

«…estando en la plaza y pasando una carreta por élla llena de los trastes más ordinarios de una casa que se mudava, un niño de tres o quatro años a bozes y con mucho dolor dixo: ¡miren como se lleva un Sto. Cristo! a las quales acudieron los dichos y vieron su Santísima hechura a quien llegaron de rodillas y pusieron en sus hombro y es digno de ponderación que no dando lugar la devoción y afecto a que saliese de la plaza, los que se hallaron presentes, con que diciendo se publicase el hermoso hallazgo y verdadero médico que benía a dar salud a Málaga (…) oy hasta medio día que se haze este acuerdo, no an caydo ocho enfermos, quando en los anteceden¬tes número grande dellos, prometiéndose que su dibina Magestad poniendo los ojos en los méritos de su Santísima Pasión en la sangre que derramó en élla por los pecadores y en la ynterelaciones de la Sma. Madre abogada dellos, se a apiadado de sus trabaxos en reconocimiento desta merced tantas vezes repetida, acuerda que se coloque la Santísima Hechura de su divina Magestad en la Capilla principal deste ayuntamiento con la desensia debida y por sí y por todos los otros Regidores ausentes, vecinos de esta ciudad por quien y a vez y canción, botta el hacerle una fiesta y procesión todos los años en el día treynta y uno de mayo en memoria del en que entró a dar salud a Málaga y que sea de holgar asistiendo a las dichas fiestas y procesiones esta ciudad en forma con toda la auctoridad y calidades convenientes…»

Las actas Capitulares que nombran al Santo Cristo como protector de la ciudad de Málaga son de lectura fácil y nada retorcida, sólo le hemos añadido las negritas. Ocurrió hace 362 años, en 1649, en una ciudad asolada desde abril por una epidemia de peste que ya venía haciendo estragos por Andalucía occidental. Cuando, en esa mudanza, los bueyes se detuvieron en la plaza de las Cuatro Calles de forma inexplicable, los malagueños se cercioraron de que el Señor venía a quedarse. La peste comenzó a remitir. La imagen tallada por José Micael y Alfaro en 1633 fue entronizada en la capilla de las Casas Capitulares.

Tras la desaparición de dicho enclave, la talla peregrinó por diversos templos, desembocando en su actual sede, la entonces Iglesia de San Telmo, que antaño levantaron los Jesuitas con el título de San Sebastián, y que tras la expulsión de éstos del país pasó por varias instituciones. Fue el Ayuntamiento de 1849, justo dos siglos después de nombrarlo protector, el que regaló al Señor de la Salud un templo dedicado y consagrado a la imagen, evitando así el cierre de dicho edificio.

Misa Solemne a las 19 horas


Desde entonces, el que todos llaman ‘el Santo Cristo’ sigue presidiendo el altar mayor del templo circular junto a la plaza de la Constitución. De propiedad municipal, pero con mantenimiento y cuidados confiados a la Iglesia, el Señor de la Salud ha salido en procesión, ha sufrido remodelaciones y alteraciones estéticas, han visto pasar continuos intentos de fraguar como hermandad, la última vez asociada a la talla del Niño Jesús del Gran Poder… Y entre tanta oscilación experimentada en derredor de la imagen, no resulta difícil colegir lo que parece que el Cristo desea. Desde la atalaya de su hornacina, simplemente permanecer. Sin nadie que le represente más que su propia figura de línea serpentinata.

Lejos de empezar casas por los tejados, por tercer año será la propia iglesia del Santo Cristo de la Salud, sus devotos (con donaciones anónimas para exornos florales y carteles) y la concurrencia habitual del templo (no es Parroquia), la que organizará su Eucaristía de la tarde a modo de Solemnidad, propia del Titular del Oratorio. A las 19 horas comenzará la Misa, que celebrará el Rector del templo, p. Pedro Luis González. Por la mañana, los cultos serán a las 12.45 horas. Así las cosas, al menos, siempre nos quedará la Salud.

Fuente: elcabildo.org

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