Un trocito de San Juan por el escenario del Cervantes

La necesidad vital de un cofrade del barrio de San Juan en el exilio obligaba a cuajar de símbolos de sus raíces todo el escenario del pregón. El primer detalle se veía a simple vista: al borde de la scaena se asentaba un arriate de rosas en color champán alternadas con margaritas spider blancas en hileras salomónicas; tal cual ha venido luciendo su Virgen de Lágrimas y Favores en los últimos Domingos de Ramos. Una vez elevado el telón y finalizado el concierto previo, se dio a conocer el resto de la decoración, templada y para nada recargada: colgados de forma desigual, a la izquierda del pregonero, los seis estandartes de las secciones de Fusionadas. Además, junto al atril –quizá este elemento fue el más pobremente exornado- se izaba el banderín de la Fundación Lágrimas y Favores. Remataba el escenario una proyección sobre el fondo oscuro de una gran Cruz en luces color púrpura.

El concierto de la Orquesta Filarmónica de la ciudad se limitó a la interpretación de dos obras. En primer lugar, una muy acertada pieza que se nutría de diversas frases de marchas de Perfecto Artola, a modo de homenaje, todas ellas recopiladas y enlazadas por el músico y director de la banda municipal de Granada, Miguel Sánchez Ruzafa. La composición fue enlazando temas del Poema Sinfónico de la Semana Santa, y de las marchas «Coronación», «Cristo de la Expiración», «Soledad», «Cristo de las Penas», «Virgen de Gracia», «Jesús de la Pasión», «Virgen del Mayor Dolor» y el «Himno de Coronación de María Santísima de la Esperanza». La pieza terminaba volviendo a la composición que servía de inicio, esto es, el Poema Sinfónico. Gustó mucho. Acto seguido, se interpretó la marcha de Abel Moreno «Lágrimas de San Juan», incluida la letra del trío de la marcha, un himno compuesto por el pregonero, y que cantó la Escolanía Santa María de la Victoria.

El concierto finalizó con la interpretación de los dos himnos: el de Andalucía –cuya infinidad de versiones existentes hace difícil acertar a acoplar su letra en la melodía que suene cada vez- y el de España.

A lo largo del pregón se desarrollaron diversos pasajes en los que Antonio Banderas interactuó con su entorno. Así, cerca del final, apareció en escena un nazareno de vela de la Virgen de Lágrimas y Favores y un niño pidiéndole cera, con el que se identificó el pregonero. Acto seguido, los estandartes que durante toda la alocución adornaron el escenario desaparecieron del espacio y centró el fondo una fotografía de la Dolorosa de Fusionadas en su trono procesional, a quién se dirigió para recitarle una hermosa poesía, que finalizó con una petalada, de la que no se libró ni el patio de butacas.

Mientras, en la calle, una pantalla de gran tamaño retransmitía lo que pasaba dentro, con imágenes de la cadena pública del Ayuntamiento Onda Azul. Sin criticar su noble finalidad, justo es decir que resultó excesivamente ambiciosa para la cantidad de ciudadanos que finalmente hicieron uso de ella. Un pregón como este era mejor seguirlo en una casa y entre amigos.

Fuente: elcabildo.org

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