Semana Santa en sentimientos de calle

José Antonio Domínguez Bandera recurrió a sentimientos de gente de la calle, algunos anónimos, otros con nombre y apellidos aunque escondidos en seudónimos ficticios, para pregonar la Semana Santa de Málaga. La locución de este cofrade de Fusionadas bien podría emplearla el actor Antonio Banderas para un documental, una obra de teatro, un reportaje de cine o una película para la gran pantalla, quién sabe. Rompió moldes en cuanto al estilo y al formato, nunca antes un actor había sido pregonero y ejerció como tal, pero llegó a emocionar en clave cofrade. El Cervantes pasó una y otra vez de las risas a las lágrimas como ocurre en la vida misma. Y como la Semana Santa es un compendio de sentimientos, Banderas creó personajes para, de su mano, narrar como laten los corazones de miles de malagueños llegada la primera luna llena de la primavera.

Banderas narró la Semana Santa que se puede ver a pie de calle. «No quiero ser yo, lo que realmente quiero es ser todos. Vengo a la Semana Santa a fundirme con mi gente, a ocultarme tras un capirote y a degustar el delicioso sabor del anonimato», respondió el pregonero al inicio de su locución, a quienes le habían repetido una y otra vez, «tú, simplemente, se tú mismo». Con estas palabras aprovechó para reivindicar el anonimato nazareno del que él siempre da ejemplo. Todas sus proclamas fueron entre líneas, como la citada. Pensará alguien que Banderas no dijo nada, pero nada más lejos de la realidad, el pregón tuvo un fondo cofrade muy profundo, además de mantener el pellizco durante toda la locución, que se prolongó durante casi dos horas.

Para explicar sus vivencias, creó siete personajes protagonistas, como si de una obra de teatro o una película se tratase. El veterano cofrade Don Amadeo, un hombre viudo y de aspecto conservador pero que «ha cultivado durante su vida una gran capacidad crítica». Nadie debe dejarse llevar pos sus apariencias rancias. Gregorio, que recordó con sus historias bajo el varal al fallecido Manuel Picasso. El joven músico Pablito, al que «sin saberlo se le metía dentro el duende de la Semana Santa». Aquella devota del Cautivo llamada Carmen. «Tiene un saco lleno de razones para salir de promesa en la noche del Lunes Santo, pero no más ni menos que el resto de las miles de personas que caminan cada año tras el trinitario», dijo el pregonero. Vaquerito, un hombre castigado por el alcohol al que el Señor de la Columna le dio otra oportunidad en la vida. Y la fe ciega Lola y su marido Mariano. En definitiva, «esa gente que a veces observamos o a veces somos». Por ello emocionó tanto, porque la mayoría se encontró identificado en uno u otro momento.

Banderas dio voz a cada personaje y se metió literalmente en su piel. Pero el actor de ayer era uno de los nuestros. «Me llamo José Antonio Domínguez Bandera, soy un cofrade malagueño». Lo dejó claro de inicio. Cuando pase la Semana Santa, volverá a ocupar su rol cinematográfico en Los Ángeles, igual que hará cualquiera en su ámbito profesional. Pero quiso reivindicarse Banderas como un cofrade más. Su fama es su propia cruz llegada estas fechas en las que sueña, según dijo, con perderse por las calles de la ciudad. Pero la mayoría sólo ven al popular personaje que, sin embargo, aspira a ser un malagueño cualquiera.

El pregón fue un emocionante relato a través de los citados protagonistas por cada uno de los días de la Semana Santa, desde que pone su cruz guía en la calle la Pollinica el Domingo de Ramos, hasta que «la multicolor cofradía de cofradías, el Resucitado, va haciendo su salida seguido de la Reina de los Cielos». Todo hilado en el sueño de un actor malagueño que vive lejos de su ciudad, pero que no deja de soñarla. Así comienza la singular historia, explica como inicia su pregón el 26 de enero en un avión en el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy de Nueva York. Durante aquel vuelo, los folios se quedaron en blanco, pero sus sueños le trajeron a Málaga.

El malagueño más internacional en vida también reivindicó –y no fue en el pregón la primera vez- que «un hombre sin raíces es nada». «José Antonio Domínguez Bandera las tiene y muy profundas», afirmó. Parte de las raíces de Banderas son la Semana Santa de Málaga y con sus palabras quiso poner de manifiesto la importancia que tiene esta celebración en la vertebración de Andalucía. Tal y como había advertido, no sería el suyo un pregón reivindicativo, pero realizó toda una defensa del mundo cofrade. Fue antes de abordar cada uno de los relatos, cuando dejó de manifiesto la importancia que tienen las cofradías en Andalucía. Todo pese a las voces demagógicas que atacan a los cofrades sin conocer este fenómeno.

Para ello habló del valor cultural y devocional de las Cofradías. Pero también del «compromiso del mundo cofrade con aquellos que más lo necesitan» y de su importancia económica. «Permítanme que lo diga bien alto y bien claro, forman una industria, la industria de la Semana Santa, que da de comer a miles de familias, no sólo en los límites de nuestra provincia, sino en todo el territorio andaluz, no sólo durante la semana de las celebraciones, sino durante todo el año», señaló. Para Banderas, «esta industria da mucho más de lo que recibe. Fuera del ámbito de la Semana Santa, pero de forma paralela, también favorece de forma clara y contundente a los valores propios de nuestra economía que están basados en el turismo, la hostelería y los servicios en general, y que se ven positivamente afectados en las fechas de estas celebraciones. No dudemos pues en reconocerlo, protegerlo y ampararlo de forma inteligente».

José Antonio Domínguez Bandera entiende la Semana Santa de Málaga como algo plural, sin chovinismos ni apología del falso malagueñismo. Sobre la polémica de la Cuaresma, en la víspera del pregón afirmó que le gusta la cera rizada y que ésta no supone ninguna pérdida de identidad. «Nuestra Semana de Pasión es tan extensa, tan poliédrica y multicolor, que se podría decir que hay tantas Semanas Santas, y formas de percibirla, como cofrades», afirmó sobre las tablas del Cervantes, donde habló con cariño de todas las cofradías agrupadas. Con el sentimiento que manifiesta el devoto que las sigue a pie de calle, no cabía de otra forma al citarla en la piel de sus protagonistas.

El pregón de la Semana Santa de 2011 consiguió despertar los sentidos de los cofrades como hacía años que no pasaba en el Cervantes. Risas y lágrimas. Emoción contenida y derramada. Necesidad imperiosa de que amanezca el Domingo de Ramos. De reencontrarnos con los sentimientos de la calle.

Fuente: elcabildo.org

También te podría gustar...