Tiempos mejores para la Patrona

No son las bajadas en las que había que esperar en el Santuario hasta última hora la colaboración de personas vestidas de calle para poder completar el trono y tirar de aquel pesado armazón con varales de madera. Y hace tiempo que no se vive la escena de la Virgen enganchándose en los toldos de la Feria. Año a año, el acto de bajada de la imagen de nuestra Patrona, Santa María de la Victoria, desde su Santuario a la Catedral, se reviste de la solemnidad adecuada, sin que por ello se pierdan necesariamente las señas inequívocas que siempre han dado esencia propia al acto.

Ni se pierden, ni se deben perder, las dos largas filas de fieles, gruesas y con tímida pero patente renovación generacional, que abre paso a la Virgen desde que se adentra en el Compás. Y es elocuente el gesto de siempre, de que el guión corporativo marche detrás de la talla de la Patrona de los malagueños. Preside Ella. El rezo del Santo Rosario sigue efectuándose mientras la comitiva busca la Catedral. Esto es, no se alteran las características de la bajada, antes bien, se advierten detalles que invitan a pensar -soñar- en el posible resurgimiento o, como mínimo, la expresión externa de unos sentimientos otrora escondidos o no hechos patentes.

De entrada, la presencia sacerdotal: el Obispado de Málaga, y coincide con la llegada a la Sede de Jesús Catalá, arropa sin paliativos a la Virgen de la Victoria en cada movimiento que efectúa. Sacerdotes en la comitiva, dirigiendo los rezos del Rosario, presidiendo tras el trono o incluso en las mismas filas de fieles. Canónigos en buena cantidad recibiendo a la Patrona en la Catedral. Y un detalle para los malagueños, que sabemos lo que significa: incluso se ha retrasado la Misa de 9.00 hasta esperar la llegada de la Virgen, que ha efectuado su entrada con algo más de quince minutos de retraso.

La talla de la Patrona salió algo tarde del Santuario, pero no por falta de portadores. Hasta debajo del trono marchaban voluntarios que no tenían sitio en los cinco varales de las andas de bajada. Tras ver escenas un tanto desalentadoras años atrás, en los que era necesaria la colaboración de personas que cumplían el rol de espectadores para integrarse en el trono y ayudar a bajarla, es un motivo de esperanza ver que hay gente de sobra que se viste de pantalón oscuro y camisa blanca para portar a la Madre de Dios. Incluso hermanos mayores.

La juventud cofrade tampoco se pierde la bajada, antes reservada a los que con suerte se enteraban del día a celebrar, y dentro de ellos, quienes finalmente optaban por acudir al encuentro de la Patrona. Hoy se acompaña de tres formas, igualmente válidas: en las filas de fieles, llevando sus andas, o bien copando las aceras de calle Victoria y bajando al compás de la mecida de la Virgen, siendo nuestra Patrona testigo de encuentros entre los cofrades de cara al nuevo curso. No. No rezan, pero arropan y acompañan. Madrugaron también para seguirla.

Sacerdotes, portadores, público. Y balcones. Va camino de convertirse en tradición feliz el bellísimo e íntimo momento en que de una exquisitamente engalanada fachada de la Bodega El Pimpi emerge el Ave María de Schubert. El tenor Luis Pacceti entonó la célebre composición mariana que, delicada como el jilguero que sostiene nuestra Virgen, se deslizó, a la vez que los pétalos de rosa caídos a cámara lenta desde el cierro de la primera planta, por la calle Granada.

Hacia las 9.15, con las campanas de la Catedral de la Encarnación llamando a nuestra sedente y mayestática Patrona, la Virgen de la Victoria hacía su entrada a los sones de la Marcha Real interpretada a órgano, siendo depositada en la Puerta de los Abades para el incio de la Eucaristía que fue inmediato. Inmediato tras el atronador aplauso con que los cientos de malagueños congregados le dijeron a la Patrona: «Bienvenida a tu segunda casa». El día 30 empieza la Novena

Fuente: elcabildo.org

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