“El obispo aún tiene que definirse y nunca entendí a Dorado Soto”

Almuerzo con Jesús Saborido en Lo Güeno.

Los prolegómenos de este ‘Asuntos de oficio’ en el Mesón Lo Güeno se desarrolla recordando anécdotas como aquel año en la década de los noventa que llovió el Domingo de Ramos por la mañana y en el tinglao de Pedro de Toledo hubo un intento de motín por parte de los portadores de la Pollinica para sacar los tronos. «Mandé quitar las campanas porque podría haber sido terrible», recuerda Jesús Saborido. Pero la política y las relaciones con la Iglesia centran el debate durante la primera mitad del almuerzo. Luego habrá tiempo para meterse en materia netamente cofrade, incluido el conflicto de la gestora de la Pollinica. Antes realizamos un recorrido desde aquellos años en los que había quien tachaba de fascista a los cofrades. Saborido piensa que estos estereotipos han caído.

-¿Por dónde camina actualmente Jesús Saborido?

-En el despacho todo el día. Corriendo a juicios de un sitio a otro y perdiendo puntos del carné. El coche corre solo. Nada más que hago trabajar.

-¿Sigue al menos con el rabillo del ojo la actualidad cofrade?

-Sí, más o menos. Donde estoy más vinculado es con la Agrupación de Cofradías, me trato mucho con el presidente. Nos tiene muy en cuenta a los antiguos presidentes. Nos citan a todo, incluso a las asambleas, pero yo no voy porque me da apuro, hay un presidente y una junta de gobierno para decidir. Pero durante el año hay muchísimas reuniones y cambiamos opiniones. Con el Museo tuvimos muchas entrevistas.

-¿Estos contacto ha existido siempre?

-Los ha potenciado mucho Pipo (Rafael Recio). Aunque en realidad vamos muy pocos.

-¿La Agrupación actual se parece mucho a la de su época de presidente?

-Al final siempre hay una cabeza visible y cuatro que le ayudan. Eso pasa en todos lados. La Agrupación tuvo una época muerta en los últimos años en Alarcón Luján (sede anterior). Desde la llegada a San Julián cambió. A Paco Toledo (presidente de 1982-1991) creo que le sobraron algunos años porque los mandatos no deben eternizarse. Mi último año también se me hizo muy largo (1991-997). Pero yo tuve la gran suerte de tener respecto a la iglesia como administrador apostólico a Fernando Sebastián, que es una maravilla. Y en el campo político a Pedro Aparicio (alcalde de Málaga 1979-1995). Nos hicimos muy amigos y creo que fue genial para la Semana Santa, pero no se ha hecho justicia con él. Recuerdo que abría la boca y ya estaba allí.

«Para los cofrades la etapa de Pedro Aparicio

fue muchísimo mejor que la de Celia Villalobos»

-Hay elecciones a la vuelta de la esquina y en ciertos sectores cofrades siempre hay temor con la posibilidad de que un cambio de gobierno sea negativo para las cofradías, ¿qué opina?

-La etapa del gobierno socialista de Pedro Aparicio fue estupenda. Luego me tocó a Celia Villalobos y la verdad es que noté una diferencia abismal. Muchísimo mejor, sin comparación de ninguna clase, con Aparicio.

-Sus palabras derriban muchos estereotipos. Ahora todos los candidatos hacen campaña con los cofrades, ¿antes era igual?

-Los cofrades somos un nido de votos importante porque vertebran la ciudad. No hay nada tan arraigado en Málaga como las cofradías.

-¿Qué censo de cofrades estima que existe?

-Cuando dije en mi pregón que éramos 100.000 cofrades era mentira. Lo dije porque me quedaba muy bien y era un palo para el obispo y los curas. En aquel entonces no había 100.000 cofrades, pero luego a ver qué hay en Málaga que movilice en la calle tantas personas. Yo utilizo mucho los taxis, que son un buen termómetro de la ciudad, y el 99% tienen al Cautivo o alguna imagen.

-¿Por qué se planteó ser presidente de la Agrupación?

-No me gustaría que mis palabras pudieran ofender a nadie, pero tras llegar a San Julián la Agrupación parecía que lo había conseguido todo y entró en una etapa muy plana. También estaba aún el susto de la Transición y fueron años complicados. Cuando se murió Franco hubo un bajonazo tremendo en las cofradías. Pero tremendo, o sea, nazarenos poquísimos. Yo he visto al Sepulcro con marineros con velas en la mano porque no salía nadie. Los tronos también vacíos. A los cofrades lo catalogaban de derechas o fascista.

-En la Universidad tampoco se podía decir que eras cofrade, ¿no?

-¡Claro, claro! Automáticamente te catalogaban con el Régimen anterior. También estaban los antiguos que no aceptaban a la juventud. En las primeras elecciones, yo era secretario de la Agrupación, y por Málaga salió un senador del Partido Comunista que era Tomás García. Entonces en la tribuna había un protocolo político importante. García era un comunista que estaba muy catalogado en la ciudad de Málaga y también se sentó. Sólo le dije «por favor, Tomás. Tú eres senador y tienes que estar.»

-¿Hubo reacciones?

-Federico del Alcázar (presidente de 1977-1978) se lo tragó. Tomás García representaba a la ciudad de Málaga y debía estar donde está Málaga. Allí, tranquilamente con mi buen Federico, García ya se había sentado, los fotógrafos corrían de un lado a otro y se me acerca Paco Lara –fue hermano mayor de la Estrella- y a grito en el palco presidencial me dice: «¡rojo asqueroso! Estarás contento ya, ¿no?». Pero a voces. Y se me ocurrió contestarle. Me salió del alma: «Mire usted don Francisco en una cosa tiene razón, en otra no. Yo asqueroso no soy, de verdad que no. Pero contento, si usted quiere le invito a siete vueltas de lo contento que estoy». Se calló, se dio media vuelta y se fue refunfuñando: «Estos jóvenes, estos jóvenes, no va a servir para nada lo que hicimos».

-Erais la juventud rebelde de entonces

-No. Éramos rojos. Rojos, rojos, rojos. Luego también teníamos problemas por otro lado con Ramón Buxarrais, que nada más llegar, lo primero que hizo fue hablar en un pregón (Francisco Fadón, 1976), cosa inaudita porque un obispo jamás hablaba en un pregón. Se levantó y dijo: «Todo está muy bonito pero los cofrades lo que tienen que hacer es vender todo lo que hay para los pobres, que hay mucho necesitado.» Claro, aquello fue un golpe.

-¿Aquello en el Cervantes?

-Sí, se levantó, cogió el micro y nos dejó a todos…

-También decía que «la Semana Santa es el segundo Carnaval».

-Menos mal que con el tiempo rectificó. En mi pregón (1978), como estaba la cosa como estaba, metí una parte dedicada a los políticos. A mí me vinieron mucho niños a decir que no sacaban el trono porque eran de la UGT o del PSOE. Los prejuicios propios de la época.

-¿Consideras que queda algo de aquellos estereotipos?

-Yo creo que no.

-¿Hace falta recordarlo?

-Creo que no. Creo que ya está pasado y superado pero ya te digo que la época fue horrible. También tuvimos que torear con Buxarrais. Yo di el pregón el sábado y el lunes fui llamado a Palacio. No te puedes imaginar todo lo que me dijo. De todo. «¿Ha terminado usted?, pues creo le falta leerse más los Evangelios porque el pastor es pastor de todas las ovejas. De todas. Y tiene que cuidarlas. Porque la parábola del Buen Pastor dice que conoce a las ovejas por su nombre, por su nombre las llama y con su nombre participa, las cuida y les da de comer. Luego si usted no sabe cómo somos, ni como soy, ¿para qué ha montado todo este follón?», le dije. Tuvimos una pelea… Pero a los seis meses de aquello, don Ramón que era muy buena gente porque sabía pedir perdón, no sé como se enteró que mi mujer dio a luz a mi tercera hija y allí que se presentó en la habitación. «Jesús, reconozco que te amargué el éxito del pregón. Perdóname». Yo le contesté dos cosas: «Usted no me ha amargado. A mí no me amarga ningún obispo ni ningún cura. Y segundo, no me pida usted perdón porque yo soy cristiano». Quería pedir unas disculpas públicas para que toda Málaga se enterase, pero le dije que no y se ofreció a bautizar a mi hija y aunque ya estaban las normas del Concilio Vaticano II, que nada más se podía bautizar en el altar mayor cara a la gente, bautizó en el altar de los titulares de la Pollinica y revestido de obispo con su mitra y su báculo. Nos llevamos muy bien. Ya luego venía a la casa a cenar muchas veces…

«El vicario general Alfonso Crespo le tenía

comido el coco a Antonio Dorado Soto»

-¿Qué referencias tienes del obispo actual, Jesús Catalá?

-Me he entrevistado con él en varias ocasiones a petición suya y me ha pedido opinión concreta para dos asuntos pero no los voy a desvelar. Es un hombre que tiene las ideas muy claras y pide opiniones. A mí por ejemplo me ha pedido opinión sobre varias cosas y yo le he dicho lo que en conciencia creo. Ahora, todavía está por descubrir porque a los curas y a los obispos hay que echarles de comer a parte. No obstante, creo que quiere conocer la realidad de Málaga. También te digo que parte del clero no está contento.

-¿El clero de Málaga es como un pequeño Vaticano con sus círculos de poder paralelos al obispo?

-Sí, con sus dimes y diretes y todo lo que tú quieras.

-Habrá curas que no estén de acuerdo pero ahora llevan todos el cleriman y antes no.

-El lío más gordo que yo he visto fue con Fernando Sebastián, qué pena porque podía haber seguido. Estábamos en la procesión de la Patrona. Sebastián se estaba revistiendo en la sacristía y llega Francisco García Mota con su trajecito y digo, vamos a ponerlo en su presidencia. Sebastián obligó a Mota a revestirse y tuvo que ponerse una sotana.

-¿En la Agrupación están contentos con Catalá?

-Es que es un hombre que todavía no se ha definido. Lo mismo que Dorado Soto se definió muy pronto, que Dios lo tenga en…

-Con Dorado Soto vive una época muy ruidosa, ¿por qué empieza aquello?

-Se rodeó de un grupo horrible entre ellos el vicario general que era Alfonso Crespo. Era horrible y le tenía comido el coco al obispo.

-Y de pronto desapareció de la curia.

-Pero es que mandaba en todo.

-¿Cuál era la guerra?

-Nunca llegué a saberlo. Alfonso Crespo era enemigo total de las cofradías y Dorado Soto se dejaba llevar.

-¿A nivel personal lo peor con Dorado Soto fue la gestora en Pollinica?

-El decreto fue innoble, jurídicamente hablando, ilícito e injusto. Porque me dejó sin defensa. Aunque pertenecemos a la Iglesia, todas las cofradías son asociaciones que deben estar inscritas en el Ministerio de Justicia. Somos asociaciones civiles y nos rige la Constitución y mí me dejó sin posibilidad de defenderme. Lo primero que dice el decreto es que había oído las quejas de algunos cofrades de la Pollinica que no estaban de acuerdo de cómo se llevan las cosas y decide nombrar a una gestora. Dígame quiénes son y los motivos pero no me deje sin poder defenderme. «Soy el obispo y es lo que hay», me dijo. Sí, pues le pongo recurso de reposición. Dorado Soto decía que no había lugar al recurso contra su palabra, pero le invité a que se leyese el Código Canónico. Desde el primer momento dije que llegaría hasta La Rota y se lo recurrí y amplió algo más pero no me dijo porqué o por lo menos la causa.

Fuente: elcabildo.org

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